Por: Arturo Bayona Miramontes
El 14 de octubre del año 2003, Julissa Sánchez y yo, descubrimos el fenómeno de las serpientes colgantes en la comunidad maya de Kantemó, localizada en el municipio de José María Morelos, estado de Quintana Roo, cuando realizábamos un diagnóstico biológico de los alrededores para la entonces Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), con el objeto de estudiar alternativas de desarrollo comunitario que los habitantes del lugar pudieran implementar para mejorar su calidad de vida, aprovechando los recursos naturales del ejido.
Debíamos desarrollar operaciones sustentables enfocadas a la observación de flora, fauna y actividades acuáticas en la laguna de Chichankana; es así cómo nace el proyecto Kantemó.
Dentro de los atractivos que ofrece la comunidad maya de Kantemó encontramos: recorridos por una laguna muy bien conservada que preserva su fauna original como cocodrilos, tortugas, peces, camarones, cangrejos y una gran variedad de aves acuáticas.
En dicha laguna se realizan recorridos en canoa y campamentos, para lo cual cuenta con 2 palapas, una bodega, baños ecológicos y un muelle. Otro atractivo es el sendero interpretativo de 3.5 kilómetros entre la exuberante selva mediana el cual se recorre en bicicleta o caminando. Allí se pueden observar más de 80 especies de aves residentes y migratorias, además de las especies florales típicas de la región.
Sin duda, lo más fascinante de visitar la comunidad maya de Kantemó es La Cueva de las Serpientes Colgantes, cuyo descubrimiento vino a dar a este proyecto comunitario algo novedoso, exclusivo, único, que solo en Kantemó se puede ver. En esta cueva residen 6 especies de murciélagos que forman colonias con miles de individuos, base de la cadena alimenticia de otras especies que allí habitan.
La caverna tiene en el fondo un cenote de aguas cristalinas que alberga a extraños peces endémicos como la anguila ciega (Ophisternon infernale) y la dama blanca (Ogilbia pearsei), además de invertebrados como el camarón cavernícola (Creaseria morleyi) y la cochinilla acuática (Creaseriella anops).
Por último, en la parte superior y dentro de las cavidades y paredes rocosas saturadas de fósiles marinos, viven las serpientes ratoneras manchadas (Elaphe flavirufa), especie no venenosa, constrictora, que se descuelga durante las noches, sigilosamente, para atrapar, al vuelo su único alimento, los murciélagos.
Una vez finalizado el diagnóstico y los estudios, la comunidad accedió a desarrollar un proyecto ecoturístico piloto en Katemó. Seleccionamos a un grupo operativo de 10 personas a las cuales se capacitó durante un año en diversos rubros, incluyendo el idioma inglés. Posteriormente se trabajó con grupos de mujeres para el servicio de hospedaje, manejo, preparación de alimentos y banquetes. La CDI aportó recursos para la construcción de infraestructura y fue el comunicador Oscar Cadena quien lanzó este producto al mercado a través de su programa “Encadénate” mostrando al mundo una comunidad que ni siquiera está en el mapa y que hoy es visitada por gente de todos los continentes que quieren ser testigo de este maravilloso espectáculo natural.
El modelo de ecoturismo comunitario de Kantemó ha tenido éxito gracias al proceso participativo con el que fue desarrollado. Al igual que otros desarrollos de este tipo, aglutinados bajo la marca Maya Ka’an, los beneficios van directamente a los pobladores locales, generando autoempleo, aprovechando y conservando su patrimonio natural, cultural y religioso.
Los pobladores de Kantemó siguen viviendo con su estilo tradicional, hablando en su lengua materna, conservando sus prácticas culinarias, trabajando una agricultura de bajo impacto, compartiendo con sus familias, utilizando los recursos que genera el turismo en temporada como un extra a las actividades habituales; esto ha ayudado a evitar la migración a la zona norte en la búsqueda de empleo, ha reforzado la unidad familiar y fomenta la superación personal gracias a la capacitación que reciben en los intercambios y congresos en los que participan; además de organizarse según sus estilos y costumbres. Los habitantes de Kantemó han aprendido a manejar las nuevas tecnologías y varios de sus hijos o familiares están estudiando en instituciones de educación superior, lo que aporta capital humano profesional con formación en turismo alternativo, optimizando los recursos y los servicios ofrecidos por la comunidad.
Respetar una capacidad de carga limitada a un máximo de 10-12 persona por recorrido, así como el adecuado manejo de los desechos sólidos, han sido las acciones básicas del grupo para poder conservar la fauna de la cueva de las serpientes colgantes en Kantemó. Un número ilimitado de personas, exceso de luz, de ruido o de tráfico, romperían el equilibrio de este frágil ecosistema donde se puede apreciar uno de los espectáculos de la vida animal más alucinantes del planeta.