Por Arturo Gómez Martínez
Maestro en Historia y Etnografía. Subdirector de Etnografía del Museo Nacional de Antropología. Museo Nacional de Antropología, INAH
Entre los espacios museísticos más importantes de México se encuentra el Museo Nacional de Antropología, institución que forma parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia. El origen de sus colecciones data del año de 1825 cuando el entonces emperador Agustín Iturbide lo crea como parte de las políticas de la nación mexicana.
Posteriormente, Maximiliano de Habsburgo le asigna como recinto el antiguo Palacio de Moneda. Para 1887 el espacio fue reorganizado con importantes obras del periodo prehispánico; así se abre el gran salón de monolito y, además, inician las legislaciones y los espacios de investigación, como el área de Inspección General de Monumentos Arqueológicos de la República Mexicana y el Departamento de Etnografía, junto con las salas de Antropología y Etnografía.
En la administración de Lázaro Cárdenas, como parte de las políticas del nacionalismo mexicano, fue fundada una red de museos dedicada a las culturas indígenas y sus creaciones artísticas. Así el viejo Museo de Antropología se fortalece con la fundación del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec, dejando el espacio únicamente para la exhibición de materiales arqueológicos y etnográficos.
En la administración del presidente Adolfo López Mateos, Jaime Torres Bodet, en calidad de secretario de Educación Pública, decidió que los museos fueran dispuestos al público como una herramienta educativa de fácil acceso para la población nacional y extranjera. En ese periodo, se gestó el gran proyecto del nuevo recinto en los terrenos que hoy ocupa en una sección del Bosque de Chapultepec. Para estos trabajos, se reunieron a grandes especialistas de la antropología, la arquitectura, la ingeniería, el arte y la museografía.
En el concepto inicial, se visibilizarían las culturas indígenas del pasado y del presente convergiendo en salas donde se narran el horizonte cultural, los aportes y la riqueza de las culturas vivas reflejadas en costumbres, vida ceremonial, economía, artes, arquitectura, lenguas y vestido.
La seriedad del proyecto requería de investigaciones actualizadas sobre los trabajos arqueológicos y etnográficos del país, y por ello fueron convocados investigadores nacionales y extranjeros para hacer los guiones científicos que servirían como base para las propuestas museológicas.
El edificio fue encargado al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, la museografía fue realizada por Iker Larrauri y Mario Vázquez, la coordinación del Consejo de Instalación estuvo bajo la supervisión de Luis Aveleyra e Ignacio Marquina, mientras que Evangelina Arana dirigió los trabajos para obtener los guiones de salas.
La arquitectura, autoría de Pedro Ramírez Vázquez, es un concepto novedoso y vanguardista que define el equilibrio entre el espacio natural, las concepciones indígenas y la integración artística entre las obras que se exhiben con el ámbito de acción de los visitantes, en todo momento recalcando entre sus muros narraciones escritas que recuerdan la grandeza del pasado.
1964, en la plaza oeste frente a la Pirámide del Sol.
La concepción del espacio abierto se refleja en el patio central que funciona como área de esparcimiento, donde se ubica un estanque al aire libre en alusión a la flora del Valle de México. También se dispone del emblemático fuste y techo de la fuente llamada “paraguas”, que recuerda las visiones indígenas del cosmos. El aspecto educativo estuvo desde el inicio. Se crearon dioramas, maquetas, pinturas y elementos escultóricos que fueron colocados en cada una de las salas y pasillos.
El nuevo edificio del Museo Nacional de Antropología abrió sus puertas al público el 17 de septiembre de 1964. Cuenta con 22 salas permanentes, una sala de exposiciones internacionales y otra para exposiciones temporales nacionales. En la planta baja, están ubicadas las salas arqueológicas: Poblamiento de América, Preclásico Altiplano Central, Teotihuacán, Los Toltecas y el Epiclásico, Los Mexicas, Culturas de Oaxaca, Culturas de la Costa del Golfo, Los Mayas, Culturas del Occidente y Culturas del Norte. En sus 11 salas, se exhiben siete mil 780 objetos de materiales pétreos, cerámica, madera, pluma, textil, hueso y metales; otros 68 mil objetos se guardan en sus acervos destinados a exposiciones temporales y de investigaciones.
La segunda planta alberga a las culturas indígenas contemporáneas, denominadas salas etnográficas: Pueblos Indios, El Gran Nayar, El Purecherio, Otopames, La Sierra de Puebla, Pueblos Indios del Sur, Culturas del Golfo, Mayas de las Tierras Bajas, Mayas de las Tierras Altas, Culturas del Noroeste y Los Nahuas.
En sus 11 salas, se exhiben seis mil 620 objetos de 68 pueblos indígenas y materiales que comprenden textiles, maderas, cerámica, metales, pieles, hueso, lacas, maques, fibras vegetales, cera y piedra. Otro grupo de 60 mil objetos son resguardados en los acervos de colecciones que funcionan como materiales de estudio y para las exposiciones temporales.
Entre las culturas indígenas del pasado y del presente se encuentran la sala arqueológica Los Mayas, donde se muestran importantes materiales del sur de México, que comprende la península de Yucatán y las tierras altas de Chiapas. Las obras se componen de estelas, frisos, joyería, esculturas y terracotas. En el área de etnografía, se ubican dos salas mayas: Mayas de las Tierras Bajas y Mayas de las Tierras Altas, donde se abordan temas como las fiestas y los rituales, la cosmovisión, la economía, la agricultura, la apicultura y el arte.
El Museo Nacional de Antropología es uno de los recintos más visitados por el público nacional y extranjero. En promedio, recibe al año alrededor de un millón 200 mil personas, con un promedio mensual de cien mil visitantes. Entre otras actividades de interacción con el público se destacan las exposiciones temporales. Dentro de las más recientes se encuentran “Códices” y “La grandeza de México”.
La fiesta dedicada a los muertos es una conmemoración adonde acuden las comunidades indígenas para instalar las ofrendas en un espacio museístico que se ubica en patio central.
Este artículo forma parte de la edición «Museos Icónicos de México»; puedes descargar la versión digital haciendo clic aquí.