Por Claudia E. Luna Fuentes
Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Directora de Divulgación Científica del Museo del Desierto.
Los habitantes de ejidos, poblados y núcleos urbanos de los desiertos de México viven en un vasto territorio solar que ocupa más del 54 por ciento de la superficie nacional y le otorga una alta densidad poblacional: más del 40 por ciento de los mexicanos vive en estas regiones que, gracias al esfuerzo de instituciones como el Museo del Desierto, han generado una mirada de valoración y asombro.
La flora, la fauna y los suelos de los desiertos albergan vida, resistencia y tejidos invisibles que dialogan con otros ecosistemas para que la vida sea. El Desierto Chihuahuense, el más grande del continente americano, es el tema central del Museo del Desierto y el motivo por el cual fue fundado.
El museo es emblema en una ciudad capital que dialoga con islas de bosques (la Sierra de Zapalinamé) y con los humedales (que resguardan pozas de agua azul esmeralda) de Cuatro Ciénegas, joyas invaluables para el mundo por sus vestigios de vida de más de tres mil 600 millones de años, como es el caso de las algas verde azules que otorgaron el oxígeno a la atmósfera primitiva del planeta, sin contar la herencia fósil de los grandes dinosaurios que anduvieron por antiguas playas y mares someros hace 72 millones de años o de los reptiles marinos de hace más de 90 millones de años.
El Museo del Desierto fue inaugurado el 25 de noviembre de 1999, gracias a la exitosa campaña de recaudación de fondos públicos de los gobiernos estatal y federal, así como de empresas, instituciones educativas, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos.
Instaurado como asociación civil, el museo cuenta con cuatro pabellones, jardines exteriores desérticos, un área llamada “Desierto viviente” donde se resguardan especies del desierto y de otros ecosistemas, así como tres espacios museográficos: uno dedicado a los osos, otro a los ungulados y otro a los lobos grises.
Cada visitante puede establecer una nueva percepción de los desiertos, a través de novedosas exhibiciones que generan sensaciones de asombro y captan la atención para recibir los mensajes sobre la colección, a través de atmósferas lumínicas como el túnel de luz inmersivo, los videomapping y los códigos QR.
La paleontología que le ha dado fama internacional al museo, gracias a la investigación e identificación de nuevas especies fósiles para el mundo, recientemente ha arrojado el descubrimiento de un neurocráneo de dinosaurio troodóntido en la Formación Cerro del Pueblo, con una antigüedad de aproximadamente 74 millones de años, en el municipio de General Cepeda, Coahuila, donde se encontró el primer dinosaurio herbívoro en 1985, cuyo hallazgo fue uno de los motivos para la conformación del Museo del Desierto.
Este descubrimiento emociona porque nos da la oportunidad de estudiar directamente la estructura cerebral de los troodóntidos, un grupo de dinosaurios terópodos que vivió hace más de 75 millones de años.
Nuestro acervo se conforma por dos mil 500 ejemplares que corresponden a 450 especies de cactáceas y plantas del desierto. En el área de Plantas, se cuida este legado vivo y se producen 30 mil ejemplares, anualmente, pertenecientes a 60 especies. Asimismo, se mantienen en germinación o crecimiento a 10 mil ejemplares. La capacidad de producción es de más de 60 mil plantas al año.
La Colección Paleontológica de Coahuila está conformada por 55 mil ejemplares de toda la república mexicana, con ejemplares del Mesozoico. Estas evidencias clasificadas permiten realizar interpretaciones geológicas, sistemáticas, paleobiológicas, paleobiográficas, evolutivas y paleoclimáticas: hacen posible conocer, de cierta forma, cómo era el mundo en aquel pasado remoto.
Resguardamos tres mil ejemplares que dan vida a la colección de minerales más importante del noreste y del norte de México. Por su parte, se resguardan 35 mil ejemplares en la Colección Arqueológica, que en su interior contiene el mejor muestrario de herramientas líticas en todo México, ligadas a los primeros homínidos que poblaron el territorio mexicano. Es posible encontrar orfebrería, cerámica, líticos, textiles y otros materiales trabajados por naciones originarias prehispánicas.
En la Colección de Taxidermias, se conservan 630 ejemplares para el conocimiento de la diversidad natural de México y el mundo, producto de particulares e instituciones. Por otro lado, tenemos una colección también invaluable, llamada Biblioteca Romero, en la que se resguarda la mejor biblioteca especializada en ciencias de la Tierra, que está conformada por mil 200 ejemplares.
En el museo, también se brinda atención al visitante a cargo de guías especializados que ofrecen recorridos y talleres educativos. Los convenios con instancias de investigación dentro y fuera de México y la interacción constante con otros museos nacionales y extranjeros ha permitido realizar actualizaciones necesarias en las exhibiciones y las exposiciones itinerantes.
El museo cuenta con un programa de proyección, a nivel de redes sociales, que ha permitido una presencia virtual para una comunidad de 866 mil seguidores, con un alcance de publicaciones de más de 20 millones de cibernautas en 2023.
Los interesados que en forma presencial disfrutan de las exhibiciones y los servicios del museo, desde nuestra apertura hasta la fecha, suman cinco millones 480 mil 355 de visitantes. Se agregan a esta cifra más de 20 millones de visitantes que acuden a las exposiciones temporales.
Después de 23 años de trabajo, el Museo del Desierto se ha convertido en un referente. Hemos logrado una alta eficiencia operativa según estándares de Ibermuseos, órgano que reúne a más de 10 mil museos de Iberoamérica y brinda herramientas para la capacitación y actualización de los profesionales de los museos. En julio de 2023, nuestro museo fue seleccionado para compartir su experiencia en la Jornada Iberoamericana Museos y Sostenibilidad, realizada en Brasil.
Así, gracias al legado y las narrativas contemporáneas del Museo del Desierto, es posible advertir la vasta herencia de especies del pasado y del presente, así como la liga indisoluble con nuestra propia subsistencia. Algunas de ellas son tan importantes para el imaginario biocultural que forman parte de la bandera nacional: la serpiente, el nopal y el prodigioso caudal de agua que es el sustento para todas las formas de vida.
Foto de portada: Pabellón 1. Esqueleto del Latirhinus uitstlani. Este dinosaurio bautizado como “Isauria” fue uno de los primeros dinosaurios descubiertos por paleontólogos mexicanos.
Este artículo forma parte de la edición «Museos Icónicos de México»; puedes descargar la versión digital haciendo clic aquí.