Por Paco Santamaria
Director estratégico de mercadotecnia, podcaster y escritor.
Las tribus urbanas son ahora vistas como segmentos de mercado o como protagonistas en tendencias de moda o contracultura. Esta visión es posmoderna porque, antes, las tribus urbanas o las subculturas eran vistas -hace apenas 25 años- como grupos poco integrados a la sociedad o no alienados por el orden establecido. Hoy, en el siglo 21, las cosas han cambiado mucho. Las tribus urbanas son concebidas desde otra perspectiva: desde la identidad y el sentido de pertenencia. Desde la autonomía y la individualidad -para no ser anónimas en las grandes ciudades-, es por eso que son llamadas “Tribus Urbanas”, porque en las grandes ciudades somos anónimos y es necesario sentir pertenencia a un grupo o a una entidad social. En los pequeños pueblos no será necesario que existan tribus urbanas porque somos y seremos conocidos por nuestra identidad, ya sea por nuestro oficio, legado o sentido social en la comunidad en la que vivimos.
Ahora bien, ¿Qué es la posmodernidad? Es una era cultural, tecnológica y social que se dibuja en el tiempo a partir de principios de los años setenta y hasta nuestra fecha. Se caracteriza por la hiper información, hiper rapidez, hiper fugacidad y por la hiper de muchas cosas que existen en nuestra era. Hay mucho de todo, pero poco contenido esencial en realidad. Existen múltiples medios y tenemos mayor contacto con personas al mismo tiempo, pero existe un gran vacío existencial y una soledad compartida monumental y brutal. Es una especie de soledad compartida que nunca nos terminará de llenar en realidad. Que en cada clic que damos intentamos saciar, pero resulta imposible. La posmodernidad resulta insaciable en muchos aspectos, por ejemplo, en la parte del Yo digital que son las redes sociales y en todo lo digital que nos rodea: son usadas por nosotros y al mismo tiempo nos usan. Muchos hombres buscan en Instagram, Facebook y Tik Tok encontrar sexo casual o una noche sin ningún compromiso y sin responsabilidad, mientras que las mujeres son grandes generadoras de contenido para apuntalar su autoestima atropellada por muchos hombres y otras mujeres. En sí, esta época posmoderna se trata de una especie de juego de máscaras que reflejan lo que no somos a otros que reflejan también lo que no son. Un juego interminable y recursivo.
Los Tuluminati son la espiritualidad posmoderna en el siglo 21
Las tribus urbanas no las inventa nadie, simplemente surgen por uso de la sociedad, como las palabras en los diccionarios. Cuando las subculturas surgen y se agrupan en una sociedad viva, en busca de su identidad y sentido de pertenencia, se fortalecen. Y cuando se dejan de agrupar y se aíslan, simplemente mueren en sociedad.
El concepto y palabra tuluminati viene del acrónimo Tulum e Illuminati, un término que tiene origen en una teoría conspiracionista que incluye a nuevos iluminados, una especie de secta secreta.
Tulum es ya un epicentro mundial del yoga y de la cultura newage. Tulum, desde hace 8 años, es el destino clave para los que buscan el glamping –acampar con lujo para desconectarse-, entre otras cosas. Así, poco a poco, este lugar comenzó a atraer gente que es cautivada por la espiritualidad moderna, por lo orgánico, lo vegano, lo frutivegano y las drogas no sintéticas. Poco a poco, los tuluminati llegaron a tener una especie de reunión o congreso mundial en la Riviera Maya, mientras el invierno se instala en el hemisferio norte, de noviembre a abril en cada vuelta al sol. Ahí, poco a poco, van llegando los nuevos iluminados de esta nueva tribu urbana con origen en el Caribe mexicano.
La palabra tuluminati nadie la inventó. Es una creación y un uso social de todos o de nadie. Los tuliminati son millonarios que se vuelven hippies o hippies que se convierten en millonarios por vender experiencias y contenido neo-espiritual a la gente que llega a Tulum. Surgieron en la fauna de la Riviera Maya- su impacto llega ahora hasta Bacalar, Quintana Roo-. Vienen desde Ibiza, Los Ángeles, Washington o Nueva York. Forman parte de congregaciones globales como Summit, Burning Man o Woomoon. Se proclaman ciudadanos del mundo, comulgan lo mismo con Shiva, Pachamama o Quetzalcóatl… Llevaron lo newage, con una pizca de sabor Caribe, a las pasarelas y al nuevo fashionismo.
Cuando el invierno llega, los Tuluminati se preparan y aterrizan en las playas de Tulum. Organizan cientos de experiencias y “pop-ups itinerantes”, hacen residencias musicales y artísticas, generan gatherings y retreats. Crean ceremonias con el uso de enteógenos de todo el mundo y usanzas chamánicas, celebran la vida a la orilla de Zamá (antiguo nombre de Tulum), agradeciendo al cosmos la existencia. Le entran desde al peyote hasta a la Ayahuasca, en su expresión más orgánica y naturalista.
Viven de mezcal y cambian la carne por la dieta frutivegana. Visten de túnicas largas y frescas con sombreros de ala ancha que permiten adentrarse a un nuevo mundo, sin aparentes complejos ni ansiedades. Todo está tranquilo y es posible en este nuevo hemisferio. Están seguros de que el mundo será mejor si es que la energía trasciende como ellos lo auguran. La energía positiva fluye conforme ellos cantan a un lado de las hogueras y la música de Shamanic House…porque todo está permitido si es que a la tierra se le habla de buena manera.
¿Serán los Tuluminatis los nuevos elegidos? Quizá no estaremos aquí para saberlo ni para ser testigos. Me gusta observar cómo surgen estas nuevas subculturas que muchas veces son una respuesta desde la rebeldía, quizá como la ignorancia -que es aventurera e inconsciente- que se manifiesta ante las instituciones que ya están caducas y son incapaces de contener a estas sociedades posmodernas efervescentes.
Foto de portada: Fonte Tulum @fontetulum
Store: https://www.etsy.com/shop/fontetulum