Leonel Escalante Aguilar, Cronista de la ciudad de Valladolid.
Los cenotes son parte muy importante del paisaje natural de la Península de Yucatán y desde la antigüedad han sido considerados sagrados y fuente de vida dada toda la riqueza biocultural que poseen. Se formaron por procesos geológicos hace millones de años y son las únicas fuentes continuas de agua dulce en la península; además, son hábitats naturales para diversas plantas y animales endémicos que viven dentro y alrededor de ellos. Por ello, sumergirse hoy en sus aguas es una experiencia única que vale la pena vivir.
La península de Yucatán resguarda una de las mayores reservas de agua dulce escondida bajo tierra en ríos subterráneos y cenotes. En el Pueblo Mágico de Valladolid y a sus alrededores se encuentran dos de los más hermosos cenotes que hoy son visitados por miles de turistas de todo el mundo, quienes se refrescan en sus translúcidas aguas. En estos lugares (considerados sagrados por la comunidad) han surgido y prevalecen muchas leyendas e historias que entretejen y funden los hechos reales y el imaginario propio de cada comunidad.
En la ciudad de Valladolid se encuentran dos cenotes que son orgullo y patrimonio natural de los vallisoletanos: el Cenote Zaci, enclavado en el Centro Histórico y ubicado en el barrio de Santa Ana. Una antigua leyenda de amor ha surgido precisamente en este cenote maya y se ha transmitido de generación en generación hasta nuestros días. Se cuenta que muy cerca de ahí vivía Zac-Nicté, una doncella de peculiar belleza y miembro de una importante familia maya. Su abuela era la hechicera del lugar. Esta familia no tenía buena relación con la del cacique que gobernaba al pueblo, quien tenía un joven y apuesto hijo de nombre Hul-Kin, el cual estaba enamorado de la hermosa Zac-Nicté. Debido al conflicto entre sus mayores, el amor de los dos jóvenes les estaba prohibido por ambas familias, y fue así que Hul-Kin fue enviado a una población lejana, donde más tarde se enamoraría y desposaría con otra bella mujer.
La historia es triste y con un final trágico ya que, al enterarse del enlace de su amado, Zac-Nicté decidió arrojarse a las profundas aguas del Cenote Zaci. La abuela hechicera debía de cumplir con la última petición que le hiciera su nieta: hacer regresar a Hul-Kin a su lado. Y fue así como los reunió de nuevo pues, al enterarse el príncipe de la muerte de su amada, éste regresó y decidió arrojarse al cenote en ofrenda al gran amor que por ella sentía. En las oscuras y profundas aguas, reza la leyenda, descansan los cuerpos de Hul-Kin y Zac-Nicté.
Cada cenote es milenario y resguarda en sus aguas antiguos secretos e importantes tesoros, como los que se extrajeron del cenote Ziiz-há (agua fría) en una expedición subacuática a cargo del arqueólogo Sergio Grosjean Abimerhi. Dicho cenote, ubicado en el entorno arquitectónico del ex Convento de San Bernardino de Siena, en el barrio de Sisal, fue producto de una expedición en la que encontraron más de 150 armas y artefactos bélicos de los siglos XVIII y XIX. Las investigaciones arrojan datos de que pertenecieron a uno o varios movimientos armados como la misma Guerra de Castas -iniciada en Valladolid en 1847- o aquel movimiento de 1910 conocido como La Primera Chispa de la Revolución Mexicana.
Y el mismo Grosjean apunta que del cenote se extrajeron armas de fuego como bayonetas y rifles de confección inglesa; así como una gran cantidad de instrumental bélico que incluía llaves, balas y herramientas.
Otros objetos sacados de esas profundas aguas corresponden a épocas que van desde los tiempos prehispánicos hasta años más contemporáneos. Es por ello que causó un gran asombro extraer del mismo lugar fragmentos de cerámica maya junto con herramientas y minúsculas refacciones de hierro que datan de diversas épocas. Sin embargo, un pequeño cañón con su carro de madera descansa aún en el fondo del cenote de Ziiz Há y no pudo removerse debido a la profundidad y los sedimentos, mismos que hacían difícil su extracción.
El patrimonio biocultural de Yucatán sigue siendo objeto de muy serios estudios y no es para menos: la riqueza natural que resguardan y lo que esta representa para la vida humana nos obliga a preservarlos ya que, sin ellos, la civilización maya no hubiera tenido tan maravilloso desarrollo. Sin duda, los recursos naturales jugaron un papel determinante en el desarrollo de esta cultura y sus asentamientos siempre se encuentran alrededor o muy cercanos a estas cavidades y grutas. Para los mayas representaban lugares muy sagrados que comunicaban con los dioses de la fertilidad; además de ser las entradas al Xibalbá o al inframundo espiritual. Estos dos cenotes forman parte de la geografía sagrada y tradiciones religiosas ancestrales que prevalecen hasta nuestros días y que – con un poco de atención- seguramente podremos sentir en nuestros poros, al sumergirnos adentro de sus aguas y ser testigos de la inmensa sensación de regocijo que causa sentir su tibio o fresco abrazo líquido, al interior de la tierra, contemplando el cielo y los rayos de luz reverberando por todos lados.
Así que inspirado pro esas imágenes, comparto un pensamiento final:
(*) Grosjean, Sergio, Arturo González, Carmen Rojas, “El cenote Ziiz Ha. Evidencias de artillería”, Arqueología Mexicana, Núm. 83, pp. 64-65.
Batún, Ivan. “Ciencia y saberes de cenotes yucatecos”.
Foto de portada: Casco de cobre en el interior del cenote. Fotografía de Octavio del Río