Macarena Huicochea
Alberto López Gómez es un modisto indígena mexicano que ha causado grandes expectativas en el mundo de la moda a partir de su presentación en la New York City Fashion Week, en donde exhibió algunos modelos de su propia marca: K’uxul Pok´ (prenda viva) que lograron impactar a la audiencia por la belleza de sus diseños y el tradicional colorido propio de los bordados tzotziles.
Originario de Chiapas, fundó junto con su mamá K’uxul Pok’ , un proyecto incluyente y socialmente responsable que no sólo pretende vender artesanías, sino que se ha convertido en un espacio vital para rescatar, enseñar y difundir entre los jóvenes de su comunidad las técnicas ancestrales del tejido y brocado propios de los textiles en Magdalena Aldama, Chiapas; además de que también se ha convertido en un espacio para romper con los estereotipos del machismo que lo obligaron a ocultarse mientras su madre le enseñaba un oficio restringido a los hombres de su comunidad… hasta ahora.
Alberto López creció como campesino, cultivando la tierra y cumpliendo con los oficios que se consideran propios de un varón, sin embargo, comenzó a tejer y, a pesar de múltiples críticas y burlas, nada ha podido detener su éxito y ahora sus diseños se exhiben en las pasarelas de Nueva York, Boston y recientemente en la semana de moda de Fashion Week, así como en diversas ferias internacionales en las que es reconocido por su propuesta que combina diseños modernos con bordados y técnicas tradicionales de elaboración de tela y tejidos que le han dado fama mundial.
Su presencia en un cortometraje de la Red Alemana para los Derechos Humanos en México llamó la atención de diversas organizaciones que lo invitaron a participar en foros como el de American Indian Fashion Through the Feathers, en el 2020, en Nueva York; y en el México Conference 2020, de la Universidad de Harvard (Massachussetts) donde estuvo al lado de la actriz Yalitza Aparicio, originaria de la alta Mixteca oaxaqueña.
Actualmente coordina una red de más de 150 tejedoras tzotziles que elaboran diversos productos (desde ropa hasta accesorios como bolsas y carteras, e incluso sábanas, fundas y cortinas) utilizando fibras naturales y los tradicionales telares de cintura, productos que muchas veces implican de seis a ocho meses de trabajo.
Alberto asegura que en cada tejido cuenta la historia de su cultura y refleja la inspiración que proviene de sus antepasados, porque cada bordado tiene significado: hay unos que representan a las estrellas; otros, a los cuatro puntos cardinales o al universo; también al señor de la tierra y a las flores y animales que rodean su comunidad. Su deseo es plasmar, en cada prenda, la historia y el alma de su gente: compartir y contar lo que los antepasados les enseñaron y que enseñan a sus niños para que vayan aprendiendo.
En un mensaje final, Alberto invita a nuestros lectores a conocer, valorar y difundir quiénes son los Tzotziles y cuál es su manera de ver el mundo, ganarse la vida y mantener, ante todo, su dignidad y el orgullo por sus raíces, su lengua y su forma de vida”.