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El árbol de Yaxché

Por Mario Chan Collí

Cronista del municipio de Felipe Carrillo Puerto.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América. Aún hoy, a pesar del vertiginoso devenir de los tiempos, cuando compartimos una época moderna y nuestro concepto de vivir bien está basado, principalmente, en una economía global que nos transporta a estados críticos y pone en riesgo la vida, el yaxché —“árbol verde”— sigue presente en la vida cotidiana de nuestros pueblos y centros ceremoniales mayas más importantes de Quintana Roo y de la península de Yucatán.

En la cosmovisión maya, las raíces de la ceiba representan las nueve capas del inframundo, y su tallo el plano terrenal, mientras que sus ramas se relacionan con las 13 capas superiores.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.
Las espinas en su corteza ayudan a protegerlo de visitantes no deseados.

Este árbol es citado por fray Diego de Landa en sus Relaciones de las cosas de Yucatán, así como por otros autores de la época colonial. En otra fuente, en los Cantares de Dzitbalché —libro considerado el último Chilam Balam, aparecido en un municipio del mismo nombre en el vecino estado de Campeche— se describe una ceremonia conocida como el apagamiento del anciano sobre la montaña. Refiere el ocaso del padre sol sobre las serranías y una ofrenda al pie de un árbol de yaxché para despedir el año y dar la bienvenida a un año nuevo.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.
También existe una referencia en la lápida de Pakal, en Palenque, Chiapas, y allí mismo se localiza un conjunto de cruces que son visibles en la cúspide de edificios prehispánicos.

La doctora Geraldine Patrick Encina y el maestro Bartolomé Alonzo Caamal, ambos estudiosos de nuestra gran cultura maya, mencionan que el árbol verde se asocia con el término imix (glándula mamaria femenina, ya que en los árboles se aprecian protuberancias semejantes a pechos de mujer), primer día del winal (veintena o mes maya de 20 días) o mes pop (primera veintena o primer mes maya que significa estera) y describen que el árbol de yaxché se considera sagrado desde tiempos inmemoriales, y que los acuerdos tomados en reuniones, bajo el cobijo del frondoso árbol verde, se cumplían cual si se hubieran firmado de puño y letra, como en la actualidad.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.
Festividad tradicional en la comunidad de X-Yatil, municipio de Felipe Carrillo Puerto. Foto de Marcelo Jiménez.

La doctora Patrick también cita que el yaxché se asocia con la cruz maya —cruz de madera con extremos equidistantes. El extremo que apunta hacia el oriente es rojo; hacia el poniente, negro; hacia el norte, blanco, y hacia el sur, amarillo. El centro de la cruz es por lo general verde y simboliza el yaxché o árbol de la vida— que tiene su origen y conformación cuando la órbita del sol Yum K’u se cruza con la vía láctea. Este fenómeno ocurre precisamente el día tres de mayo de cada año, el Día de la Santa Cruz.

También existe una referencia en la lápida de Pakal, en Palenque, Chiapas, y allí mismo se localiza un conjunto de cruces que son visibles en la cúspide de edificios prehispánicos.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.
Flor de ceiba. Una fusión de magia y naturaleza.

En las fiestas de hoy, así como en las de los antiguos tiempos, el árbol de yaxché es parte de las celebraciones patronales que se llevan a cabo a partir del Sábado de Gloria en el centro ceremonial de Chancah Veracruz, festejo que se extiende por decenas de comunidades aledañas a la antigua Xbalan Na, hoy Felipe Carrillo Puerto.

En ellas, y a cuestas de unas 50 personas, un árbol de chicozapote (Manilkara zapota) cortado —suple al de yaxché debido a la escasez de ceibas— se transporta hasta el domicilio donde inicia el festejo. Siempre con el chiic —bufón o coatí (Nasua)— en sus ramas haciendo malabares para mantener la verticalidad y desperdigando semillas y aguardiente, que simbolizan dar fruto y continuidad a la vida del pueblo maya.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.

El árbol de yaxché es velado durante toda la noche por los integrantes del primero de un total de 16 grupos o más. Da pie a la llamada vaquería y, al amanecer, a las cinco de la mañana, de nueva cuenta es cargado por una multitud y transportado al centro de un ruedo circular donde se siembra y ofrenda para una mejor vida y una mejor cosecha. Así lo augura el chiic o bufón (coatí), que, dando alaridos que contagian y enchinan la piel, reparte semillas y dulces a los presentes.

Desde tiempos inmemoriales, la ceiba —yaxché en idioma maya— ha estado presente en la vida de los pueblos originarios de América.
Estela 5, Izapa, Chiapas, posible representación de la ceiba.

El árbol de yaxché en la península de Yucatán es frondoso, con una altura cercana a los 25 metros y contrafuertes en la base de la raíz. En los pueblos, donde la mayoría de la población es maya, puede verse en el centro una ceiba a la que se tiene por sagrada. Sus raíces semejan enormes serpientes o bien grandes contrafuertes naturales.
Por todo lo antes mencionado, justificada está la razón de su sobrevivencia.

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