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De la jarana yucateca

Luis Pérez Sabido

Dramaturgo y director teatral, poeta y compositor, y autor del actual “Himno de Yucatán”

CARACTERÍSTICAS MUSICALES

La jarana es el baile típico de la península de Yucatán. Existen dos formas métricas de este tipo de baile.

La jarana 6×8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.

Una de las características musicales de la jarana 6×8 es la de reforzar el segundo tercio del tiempo pesado de los compases impares, mediante una apoyatura superior de segunda, mayor o menor. En la actualidad, se ha perdido esta particularidad en su escritura, mas no así en su ejecución, ya que los músicos intuitivamente la hacen siempre, a manera de adorno.

La jarana 3×4, nacida posteriormente, es valseada y tiene el aire de la jota aragonesa de la que se deriva, por ello su movimiento metronímico es igual a 84 blanca un puntillo. Inicialmente, la jarana 3×4 era exclusivamente para ser bailada. Posteriormente, se la han agregado textos rimados, ya sea adaptándoselos a una música preexistente o bien poniéndole música a determinados versos festivos. Ejemplo “La fiesta del pueblo”, de Manuel Burgos Vallina.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.
Mujer yucateca en su vestido tradicional.

También se ha introducido la costumbre de escribir jaranas que contienen ambos ritmos, la primera parte en 3×4 y la segunda en 6×8, como “Mi lindo Motul”, de Armando González Domínguez, y “La morena de mi pueblo”, de Manuel Gil Lavadores.

CARACTERÍSTICAS COREOGRÁFICAS

La jarana es un baile de pareja que consiste en un zapateado sin pasos fijos, ni diferenciación entre los del hombre y los de la mujer. En ciertas comunidades predominan determinados pasos, localmente tradicionales, sin que ello excluya otros diferentes, propios de la fantasía de los danzantes, ya que cada quien puede realizar sus creaciones personales entremezclando varios pasos ya conocidos.

Predomina en el baile de la jarana el hieratismo de las danzas aborígenes que influye en la verticalidad de las posturas de sus intérpretes, quienes en las partes valseadas realizan giros mientras levantan los brazos en ángulo recto al estilo de los bailadores de jota y efectúan traquidos con los dedos, reminiscencias de la castañuelas españolas.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.
Mujer bailando jarana en Mérida, Yucatán.

Con esta sola excepción, el baile de la jarana se limita a las extremidades inferiores, particularidad que la distingue de la jota y del zapateado español; el tronco del bailador permanece erguido, al grado que tiene a lujo danzar con un objeto en la cabeza sin que este caiga, como en el caso de las “galas” o de las “suertes”.

Dos golpes de timbal marcan el inicio del baile, inmediatamente el bastonero concerta las parejas en su arbitrio procurando que ninguna se quede sin participar y las forma en dos largas filas, frente a frente, una de hombres y otra de mujeres. Cada pareja conserva su autonomía en el baile y su propio ámbito de dos metros aproximadamente, en el cual se entrecruza y realiza todas las figuras que su habilidad le permite.

LAS GALAS

Como la duración de cada jarana fluctúa entre veinte y cuarenta minutos, es gala femenina cambiar de pareja porque el hombre se retira cansado. Hay bailadoras a quienes se les conoce con el calificativo de tok-xich’, que significa “quema tendones”, es decir, incansables.

Cuando al final de cada jarana quedan pocas parejas disputándose el primer lugar de resistencia, se desborda la animación de los asistentes al baile que, divididos en dos bandos, estimulan a sus favoritos, particularmente a la bailadora, a quien alientan por medio de las “galas”, que consiste en ponerle varios sombreros en la cabeza, uno sobre otro, a manera de corona simbólica.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.

Terminada la jarana, la triunfadora entrega a sus dueños los sombreros que le habían puesto y recibe a cambio obsequios en efectivo, de acuerdo con las posibilidades económicas de cada uno de ellos.

LA ORQUESTA

La orquesta jaranera cumple una triple función en las fiestas pueblerinas ya que, aparte de amenizar alegremente la vaquería, acompaña las procesiones del santo patrono del pueblo y por las tardes anima con su presencia las corridas de toros.

Esta orquesta, también llamada en muchas poblaciones “charanga” por ser una banda pequeña de instrumentos de aliento, estaba integrada inicialmente de la siguiente manera: dos trompetas, dos clarinetes, dos trombones, un contrabajo, un bombardino —barítono de aliento que fue sustituido más tarde por el saxofón tenor—, un güiro o rascador y dos timbales.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.

“Los timbales son al alma del baile. Cuando es un nativo quien los toca, varía hasta el infinito sus ritmos y acentos y hay momentos —cuando alguna pareja se distingue, dejándola entonces sola y haciéndole ruedo— en que se baila únicamente con el ritmo de los timbales. El objeto de que los instrumentos melódicos estén doblados se debe a que, como las jaranas se bailan casi sin interrupción por varias horas, es necesario que los músicos se turnen de vez en cuando con el fin de que no se cansen antes que los bailadores.” (Fernando Burgos Samada: La música actual de los indígenas de México, 1934.)

Algunas orquestas en la actualidad usan tres trompetas para darle mayor sonoridad a la jarana y han sustituido el contrabajo por la guitarra-bajo eléctrica.

LA BOMBA

“Cuando durante el baile —nos dice Pacheco Cruz— alguien decía en voz alta: ‘Bomba’, la música se detenía y un bailador recitaba a su pareja un cuarteto con un buen chiste o humorada (ingeniosa) que causaba hilaridad o aplausos, pero dentro de la buena moral y sin salirse de los límites de la decencia; el verso lo recitaba en la lengua maya, toda vez que se trataba de un baile popular.”

La bomba es, a nuestro juicio, un chispazo de ingenio que provoca un estallido de alegría. En la actualidad, se dice en español y adopta la forma de una estrofa octosilábica rimada. Generalmente, es una cuarteta, aunque ocasionalmente puede tener más pies de versos.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.

La bomba, originada en España, no es exclusiva de Yucatán. Hemos tenido oportunidad de escuchar a bailadores de Puerto Rico gritar: “¡Bomba!” en medio de sus bailes populares e igualmente se interrumpe la música y un bailador se adelanta y recita una estrofa.

Sabemos también que en Cuba el bailador de fines del siglo XIX hacía interrumpir el desarrollo melódico tradicional del zapateo cubano —considerado como el baile típico de la isla caribeña y escrito en compás de 6×8— para intercalar una décima, improvisada casi siempre en homenaje a su “adorada criollita”.

La jarana 6x8, zapateada, nieta de los aires andaluces e hija de los sones mestizos, es un movimiento vivo marcado a dos tiempos, cuyo acento rítmico cae en el segundo tercio del tiempo ligero del compás, en una nota que puede ser prolongada hasta el tercer tercio o sincopada hasta el primer tercio del compás siguiente.
Mayab Jaranera Orchestra.

En el tomo IV de la Enciclopedia Yucatenense, leemos que “en el transcurso de una pieza uno de los asistentes lanza fuertemente esta exclamación: ‘¡Bomba!’ Entonces la música se suspende y cada bailador debe cortejar a su pareja mediante una estrofa que declama en voz alta; a veces la bailadora contesta en igual forma el piropo. La bomba puede ser de carácter descriptivo en cuanto a las cualidades personales o vestidos que adornan a la aludida, o reviste el tono de guasa, choteo o broma. El carácter de las bombas yucatecas es, sin embargo, habitualmente comedido.

“La voz ‘¡Bomba!’ proviene de costumbre española similar a la aquí apuntada, pero debe reconocerse que dicha exclamación ha tomado carta de naturalización en las vaquerías yucatecas, de donde se ha extendido después por varias regiones de las costas del Golfo de México.”

Al finalizar el recitado, la concurrencia grita: “¡Bravo!” y continúa la jarana.

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