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Cuando lo divino se vuelve visible

Cuando lo divino se vuelve visible | Hola Tulum

Investigador José Gaspar Dzul Pérez CCR

[email protected]x | Instagram: @gpmarini

“Lo que para las generaciones pasadas era sagrado, hoy continúa para nosotros sagrado y grande” (Benedicto XVI, 2007), por ello el hombre, desde los inicios del desarrollo de la primeras civilizaciones hasta la actualidad, ha expresado su necesidad de trascendencia por medio del arte: desde las pinturas rupestres halladas en las cuevas hasta las grandes obras del barroco europeo y americano, hoy admiramos la destreza de los artistas que con su talento evocan las manifestaciones sensibles del espíritu humano: la bondad, la belleza, el éxtasis, la tristeza, la ira. Cada una de las obras artísticas hechas ayer nos siguen fascinando y causando curiosidad hasta el día de hoy.

Pero, sin duda, un género dentro del arte que hasta el día de hoy sigue causando admiración a los creyentes y no creyentes es el denominado arte sacro.

El arte sacro manifiesta la necesidad del hombre por materializar a la divinidad

Es totalmente comprensible que cualquier persona que visite alguna catedral, iglesia o convento de la península de Yucatán –y de México en general- se sorprenda por la majestuosidad de su construcción pero, al mismo tiempo, sea capaz de comprender el espectacular mensaje de cualquier narración barroca: angelillos regordetes que, en muchos casos, parecen sostener el peso de las grandes imágenes de los santos que se mantienen en actitudes extáticas; columnas que parecen jugar con las leyes de la gravedad; maderas recubiertas de oro y polvo; o cuadros carcomidos por el tiempo, que narran las vidas de Cristo, la Virgen y los santos. Para muchos, el arte sacro representa la irrealidad de una religiosidad incitada por el fanatismo medieval; para otros, representa el desarrollo y evolución del arte inspirado por el deseo del hombre de manifestar la trascendencia de sus valores morales y espirituales; pero para quienes lo contemplan desde la fe, el arte sacro manifiesta la necesidad del hombre por materializar a la divinidad. Por ello, una mirada interdisciplinar nos permitirá comprender la riqueza del arte sacro como si se tratara de las facetas y aristas confluyentes de un diamante, en donde la cultura, identidad, historia, religión, sociedad y economía de una nación, se manifiestan.

Pero ¿Qué es el arte sacro y cómo podemos comprenderlo? Se denomina arte sacro a las expresiones artísticas desarrolladas por el hombre con el fin de que su alma pueda entrar en contacto con la divinidad por medio de objetos tangibles. Es aquí en donde el arte adquiere una doble finalidad en la iconografía cristiana: por una parte, ser la representación material de las dimensiones divinas que aluden a una realidad inmaterial, pero que -a lo largo de la historia de la salvación cristiana- se manifiestan de modo sensible mediante la aparición de ángeles, milagros y portentos obrados por Dios. En otro sentido, el arte sacro adquiere el carácter de sagrado en cuanto a su función litúrgica o cultural: es decir, la obra ya no es únicamente un elemento decorativo o estético dentro de un espacio, sino que también recibe una función primordialmente cultural: los retablos donde se encontraban los altares para la celebración del sacrificio de la Misa, los ornamentos usados por los ministros sagrados, la orfebrería religiosa compuesta por cálices, copones y custodias;  inclusive la propia arquitectura de los templos: cada una de las manifestaciones artísticas expresa un proyecto espiritual para los fieles, nada es dejado a la improvisación.

Los artistas, con su talento, evocan las manifestaciones del espíritu humano

 El arte sacro emanado de nuestro país, a partir del contacto entre los españoles y los diversos pueblos prehispánicos, presenta un matiz altamente característico ya que, mientras en un aspecto se manifiestan las creencias religiosas del catolicismo barroco,  por el otro se presentan aspectos altamente indígenas que se fusionan y crean un arte cristiano inculturizado2, logrado por el trabajo de los primeros religiosos que llegaron a evangelizar a los diversos pueblos originarios que adoptaron (y adaptaron) – de manera consciente e inconsciente-  los símbolos religiosos “ajenos” a las propias tradiciones locales, creando un sincretismo religioso representativo del país.

Un sincretismo religioso representativo de país

Sin duda, visitar los recintos religiosos dispersos a lo largo de la península de Yucatán (como son los Conventos de San Antonio de Padua, en Izamal; o el de San Bernardino de Siena, en Valladolid; la Catedral de san Ildefonso, en Mérida; o la Inmaculada Concepción, el santuario del Señor San Román, así como los templos de la Ciudad Amurallada, en Campeche; o el Santuario del Niño Dios de Rioseco, en Quintana Roo) permitirá descubrir al visitante una pequeña muestra de la gran historia religiosa y cultural que se conserva para las generaciones de hoy y mañana, expresada por más de cinco siglos  durante los cuales, a pesar de las vicisitudes, la fe se mantiene viva en un pueblo que ha sabido salir adelante, y que se enorgullece de recibir a quienes, con respeto y alegría, acuden a estos lugares que representan el arte sacro de nuestra península e invitan a su contemplación.

1 Encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas y, a la vez, la introducción de estas en la vida de la Iglesia.

Para conocer más sobre arte sacro en Yucatán:

  • Basterretche, V. H. (2018). El arte sacro, cultura elevada por la Gracia. SAPIENTIA, 153-164.
  • Bretos, M. (1987). Arquitectura y arte sacro en Yucatán: 1545-1823. Mérida: Dante.
  • Duverger, C. (2003). Agua y fuego: arte sacro indígena de México en el siglo XVI. México: Océano.
  • María Teresa Mézquita Méndez, D. B. (2006). Arte sacro en Yucatán: la expresión de la fe. Mérida: Dante.
  • Toussaint, M. (1974). Arte colonial en México. México: UNAM.
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