Por la arqueóloga Arqueóloga Laura Carrillo M. del INAH y la Maestra Denisse Ángeles S. de la CONANP.
La Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro es administrada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), desde el 19 de julio de 1996, y tiene una superficie de 144 mil 360 hectáreas. Se ubica en el sur de Quintana Roo, mar abierto a más de 30 kilómetros del poblado de Mahahual y forma parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, segunda barrera de coral más importante en el mundo, que se extiende por más de mil kilómetros desde Cabo Catoche (México) hasta la costa norte de Honduras.
Debido a su ubicación en el mar Caribe, las corrientes oceánicas intervienen en su origen, desarrollo y dinámica. La encierra una gran laguna arrecifal con un alto grado de conservación que invita a todos los amantes del buceo (turismo) a sumergirse en sus aguas azul turquesa con grandes arrecifes. En esta laguna de aguas someras, de entre dos y 12 metros de profundidad, hay cuatro islas o cayos: dos al norte (Cayo Norte Mayor y Cayo Norte Menor), uno al centro (el de mayor extensión emergida) conocido como Cayo Centro, y una pequeña barra de arena en el sur denominada Cayo Lobos.
Destaca por su biodiversidad y su importancia cultural; alberga distintos ecosistemas entre los que figuran pastos marinos, manglares, playas arenosas, arrecifes de coral y zonas de arenales, valiosos para los procesos de reproducción, crianza y desarrollo de especies de importancia ecológica y económica.
La lejanía de tierra firme, la morfología de su espacio geográfico, donde domina el medio marino sobre el terrestre, así como la carencia de recursos vitales como el agua dulce, han impedido el asentamiento de una población permanente. No obstante, pescadores de las tres cooperativas que operan en esta área tienen instalados sus campamentos en Cayo Centro, tanto en tierra (casitas de madera) como en agua (palafitos), que ocupan de manera temporal durante los períodos de pesca de langosta espinosa, caracol rosado y escama. Otros ocupantes temporales del cayo son los guardaparques de la Conanp y los distintos grupos que realizan investigaciones en el área. Asimismo, en uno de los cayos del norte se ubica un destacamento de la Armada de México, encargado de la protección de este espacio marítimo nacional.
La infraestructura es escasa. En Cayo Centro, destaca la estación de dicha comisión, equipada con todas las facilidades para sus actividades de supervisión y vigilancia, así como para el desarrollo de diversos proyectos de investigación. Opera con energía solar, un sistema de captación de agua pluvial y un muelle para el atraco de embarcaciones.
Además de su riqueza natural, Banco Chinchorro es un espacio geográfico que refleja la evolución de la navegación atlántica a lo largo de cinco siglos, sintetizada en 70 sitios (42 naufragios y 28 contextos con diversos elementos de cultura material náutica), así como la apropiación del medio marino como vía de transporte por excelencia. Alberga barcos hundidos, testigos silentes de la historia marítima, que representan una conexión tangible con nuestro patrimonio cultural y la interacción entre la humanidad y los mares a lo largo del tiempo. Restos de veleros, vapores y cargueros que naufragaron en esta trampa arrecifal, durante su derrota por la zona, ahora constituyen un muestrario del desarrollo tecnológico en la construcción naval desde la época de exploración y colonización del «Nuevo Mundo» hasta los albores del siglo XX.
El reconocimiento de este espacio geográfico por los navegantes entre los siglos XVI y XVIII permitió configurar poco a poco a Banco Chinchorro, conocido por los españoles como «Quita zueño» y por los británicos como «Northern Triangles». De ser representado en los mapas antiguos como uno de los puntos que indicaban una zona peligrosa para la navegación, fue adquiriendo poco a poco su característica forma. En esta transformación, los británicos llevaron la batuta, dada su necesidad de conocer bien el área marítima y terrestre comprendida entre el sur del actual Quintana Roo y el norte de la entonces Honduras Británica, zona rica en maderas preciosas, como palo de tinte, importante tanto para españoles y británicos por igual.
Los vestigios de accidentes navales y objetos náuticos documentados en este falso atolón son de filiaciones culturales y épocas diversas. Su carácter arqueológico obedece a que fueron abandonados o perdidos por causas variadas: buques arrastrados hacia la barrera arrecifal por vientos, corrientes, tormentas, imprudencias, negligencias y errores humanos, e incluso sistemas deficientes de señalización marítima.
El estudio de estos vestigios ha permitido esbozar algunas de las actividades marítimas ocurridas en la región desde el siglo XVI. Entre ellos encontramos testigos materiales de posibles galeones o urcas de las primeras exploraciones del «Nuevo Mundo», representados por los sitios Falconete E., y Anclas y Artillería Siglo XVI. En estos, las características de la artillería y las anclas permiten asociarlas a esta temporalidad, ya que de las embarcaciones, veleros con cascos de madera, no perdura ningún resto.
También se investiga un naufragio que probablemente fue destinado a la guarda y custodia de la Flota de la Plata, cuya función para el traslado de la plata de las Minas de Potosí (actual Bolivia) hacia España era fundamental: el 40 Cañones. Indudablemente, este es el sitio emblemático de Banco Chinchorro, conocido desde que el pescador Manuel Polanco lo encontrara en la década de 1960 mientras perseguía a un abadejo entre manchones de arrecife al noroeste de la laguna, muy cerca de la barrera. De los 40 cañones perduran 36 –los otros cuatro fueron expoliados–, también se identifican piedras de lastre bajo las que se encuentran restos del fondo del casco de madera, fragmentos de contenedores cerámicos –empleados para almacenar alimentos, agua y brea o alquitrán para el calafateo–, municiones, cojinetes de bronce que formaban parte de una cureña, herrajes y objetos de hierro concrecionados. A unos 60 metros al noreste del sitio, la única ancla que ha sobrevivido al expolio –Polanco recuerda haber visto cuatro– sugiere el intento de los marineros para zafar la embarcación de su varadura. La investigación del 40 Cañones sigue, hay mucho que analizar, tanto en el caso histórico del galeón o urca Santiago como en el arqueológico del pecio.
El comercio británico del palo de tinte quedó reflejado en los restos del pecio El Ángel. En este pecio se identificó, además del valioso cargamento de la tintórea, el uso de las dos patentes de la aleación conocida como Muntz metal para el revestimiento del casco de madera, y evidencias de reparaciones y reutilización de elementos en la estructura, signo de esfuerzos por prolongar la vida útil del barco.
Uno de los últimos sitios registrados, gracias a Manuel Polanco, es de gran interés ya que representa la presencia de la Marina Real Británica. En el pecio, nombrado como reconocimiento a su descubridor, se identificaron piezas de artillería británica: cañón Bloomfield y una carronada, así como revestimiento y clavazón de cobre y latón que están siendo analizados, y lingotes de hierro utilizados como lastre. También se documentaron naufragios de barcos de madera impulsados a vela de probable filiación británica y otros construidos con madera y refuerzos de hierro, o con esqueletos de metal forrados con madera del siglo XIX.
Las actividades marítimo-comerciales del siglo XX están representadas por vapores con cascos de acero, imponentes calderas, motores de doble o triple expansión y propelas de bronce, de origen británico, danés y estadounidense, que cubrían rutas entre Europa y América, así como por cargueros holandeses, estadounidenses y probablemente alemanes, impulsados por motores a diésel-eléctricos. Uno de los últimos accidentes fue el del remolcador Emily Cheramie, que encalló en 1998 y fue puesto a disposición de la Semarnat con el fin de vigilar y resguardar su incorporación como parte del arrecife.
Si bien continúan ocurriendo accidentes marítimos, las embarcaciones han sido retiradas, como el transbordador Cozumel II, que encalló en 2005 al ser arrastrado por el huracán Wilma y en 2007 por el Dean, causando daños importantes a los arrecifes. Banco Chinchorro es una red que atrapa barcos, buscado por los navegantes como referencia geográfica y para resguardo; un atractor y una trampa de navegación.
- Agradecimientos a los investigadores y colaboradores del proyecto, así como a los pescadores de la reserva, guías e informantes sobre la ubicación de la mayoría de los sitios.